Matías Maito: “El peronismo debe volver a discutir de productividad”

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    Matías Maito
APU EN GELATINA

Matías Maito: “El peronismo debe volver a discutir de productividad”

06 Mayo 2024

APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11:30 a 14 hs por el canal de Youtube y Twitch de Gelatina, dialogó con el politólogo Matías Maito, director del Centro de Capacitación y Estudios sobre el Trabajo y el Desarrollo, quien analizó el aspecto laboral del proyecto de Ley Bases.

Agencia Paco Urondo: ¿Hay grandes cambios entre la primera y la segunda versión de la Ley Ómnibus?

Matías Maito: Primero, es una ley un poco más acotada que la anterior porque algunas cosas se sacaron. Por ejemplo, tocarle recursos a los sindicatos y permitir que algunas empresas se salieran de la negociación colectiva o descentralizar. Hay otras importantes que quedaron adentro y que son relevantes, implican transformaciones fuertes. Con la reforma laboral la idea es darle más facilidades a los empresarios para que organicen las relaciones laborales, para que contraten y despidan con más facilidad, no sólo en relación de dependencia formal sino como monotributistas, reduciendo multas, con la idea de que, supuestamente, ellos se van a ver más incentivados. Eso no pasa. Algunos componentes implican cambios que verdaderamente pueden ser profundos y que, sobre todo en el segmento de empresas más chiquitas, pueden producir transformaciones fuertes. 

APU: No resolvería los problemas que venimos acarreando.

MM: No, y no se pudo resolver hasta ahora. Estamos en ese problema hace cincuenta años para ser justos. Hablamos de una estructura ocupacional donde tenían mucho peso los empleados en relación de dependencia formales que trabajan la jornada completa. Eran la mayoría y después eso se empezó a partir en mil pedazos porque, por un lado, apareció la desocupación pero, por otro, creció mucho el empleo informal, que no era un problema, creció mucho el trabajo independiente y el propio empleo formal empezó a tener formas distintas. 

Eso durante los últimos diez años creció aún más. Todo ese proceso de fragmentación y de aparición de formas distintas de ese viejo empleo formal tradicional siempre está muy atado a los ciclos de actividad económica. Cuando cae algunos quedan desocupados, pero muchos otros van a emplearse en donde encuentran, a algunos les pagan de manera informal y otros changas. Esos son formalmente ocupados. El último dato que tenemos de desempleo es de fin del año pasado, no refleja lo que está pasando hoy pero tampoco estamos tan lejos.

APU: ¿Qué nos decía ese dato?

MM: Era el desempleo más bajo de nuestra historia. Ninguno podría decir que estamos en un gran momento del mercado laboral. El desempleo ya no es un gran indicador para medir qué es lo que está pasando con el mercado de trabajo. No hay tantos porque hay muchos que se emplean donde y como pueden y que, incluso, quienes tienen empleos de mayor calidad también están complicados porque los salarios están cayendo hace cinco años. Los últimos meses esto obviamente se pauperiza aún más.

APU: Ante el próximo índice, el gobierno de Javier Milei hizo circular la versión de que, en realidad, el desempleo sería más alto, como para que la suba no parezca tanto. ¿Qué opinión le merece este indicador “blue” del desempleo?

MM: No hay que prestarle atención, está bien medido. El problema es que, por las cosas que han pasado, se deslegitimó el INDEC entonces aquellos indicadores que miden bien es fácil ponerlos en duda. El desempleo está bien medido. El problema es que, para una cuestión técnica, una persona que trabaja una hora es ocupada, entonces por eso es bajo. No es que hay desempleo encubierto. No es una definición nuestra sino internacional. Estamos con desempleo bajo, lo que hay es un nivel de precariedad muy alto y ahora un proceso de destrucción del empleo bastante acelerado.

Es difícil saber qué va a pasar con el desempleo. El último dato, a enero, es que se perdieron desde agosto más o menos setenta mil empleos y treinta mil sólo en enero. ¿Qué va a pasar con esas personas? Dependiendo el empleo, van a quedarse en su casa buscando trabajo y cuando vaya el INDEC a encuestar le va a que está desempleado, o se va a ir a vender lo que pueda en la vía pública o a hacerse un pequeño emprendimiento por redes sociales para por lo menos tener un ingreso. Todos esos casos van a ser empleados. El desempleo seguramente crezca, pero tampoco es tan fácil saber cuánto. El empleo de calidad se está destruyendo y eso es preocupante. 

APU: La discusión pasa por el tipo de empleo y los derechos laborales a los que accede o no. 

MM: Sí, es cierto que no acceden, pero no hay que decir que no sirve para nada. Esa es la postura del gobierno, según el video que difundieron el 1 de mayo. Los derechos existen para los trabajadores formales, que son los que los tienen reconocidos y que tienen mejores condiciones, pero también para los informales. Primero, los salarios de los trabajadores informales marcan algún tipo de referencia para los informales. Siempre están por atrás, pero si los formales más o menos acompañan la inflación el de los informales va a correr en una tendencia parecida. 

Segundo, y más importante, si no lo tenés reconocido pero el derecho está, tenés la posibilidad de reclamar e ir a la justicia. Si bajo la idea de que la mitad de los trabajadores no tienen reconocido los derechos decimos que no existen y que hay que sacarlos porque no sirven, todos esos trabajadores, que no tenían derechos antes, ni siquiera van a tener  la posibilidad de reclamar porque no va a haber nada que les tengan que reconocer. 

APU: Por otro lado, considerando las distintas miradas en torno al rol de la Secretaría de Trabajo de la Nación, ¿considera que hay un plan compartido en cuanto a cómo ajustar al Estado, la relación con los sindicatos y las reformas laborales?

MM: No creo que haya un plan compartido sino mucha discusión. Había desconocimiento sobre lo que pasa en el mundo del trabajo en general, desde Milei hasta sus colaboradores más cercanos. Por ejemplo, las paritarias al principio eran libres, porque el Estado no se mete en nada, y después se dieron cuenta que veníamos de una dinámica de mucha de mucha indexación. Sindicatos y empresas se juntaban prácticamente todos los meses y esa fue la única forma en que los salarios acompañaran la inflación. Para ellos fue un problema porque los salarios no terminaban de ser esa ancla inflacionaria, no terminaban siendo disciplinados por la caída de la actividad económica, lo que tal vez está empezando a pasar ahora, pero en su momento tuvieron que intervenir. 

APU: ¿Eso explica los cambios de funcionarios?

MM: Eso explica en parte todos los cambios que hubo en el mundo del trabajo, pero, más allá de eso y de todas esas extensiones, hay una idea que orienta al gobierno que es que son anarcocapitalistas. Creen que el Estado no sirve, entonces es mejor eliminar un programa de formación profesional, a través del cual el ex Ministerio de Trabajo permitía a trabajadores formarse para mejorar sus condiciones y sus competencias, porque en definitiva estás retirando al Estado de un lugar en el que supuestamente no se tiene que meter, que los beneficios de ese programa. Esa filosofía anarcocapitalista de verdad la están poniendo en práctica, tiene mucho que ver con lo que está pasando en un montón de áreas. 

APU: Parecía que en algún sector de la sociedad hay consenso para algún tipo de reforma laboral, la discusión más fina sería qué y cómo.

MM: Estoy de acuerdo con esa parte que cree que una reforma laboral es necesaria. El mundo del trabajo está muy complicado, no podemos seguir atados a diseños que hoy no están dando respuestas y el gran problema es que, de alguna manera, el peronismo le regaló la palabra reforma a la derecha. Ellos estaban del lado de la transformación y modernización, aunque falsa que te lleva al siglo XX y XIX, pero proponían cambios en un escenario que de verdad demanda. 

La gran mayoría te va a decir que no está conforme con su situación de trabajo. Si la postura alternativa únicamente es defender el status quo, porque vienen a reventarte derechos, pero que no conforma a nadie, tenemos un problema. Como no hubo un programa alternativo para dar respuestas a problemas evidentes dejamos el campo libre, entonces un montón de gente que se sintió decepcionada. Vino uno a decirle que tenía una receta nueva, de transformaciones, y moderna, y pase el que sigue. Ahí creo que reside parte del problema. 

APU: ¿Cuáles son las reformas necesarias?

MM: Varias, no sólo laborales. A veces está la idea de que hay que cargarle al marco laboral todos los problemas de la economía. Primero, nosotros tenemos que volver a hablar de modelo desarrollo, ya que no hay. Tal vez algunas personas lo tienen, pero como fuerza política en el peronismo no hay. En el mejor de los casos hay discusiones y en otros ni siquiera. 

Después tenemos que empezar a discutir temas centrales, por ejemplo la productividad. Juan Domingo Perón hablaba de productividad y nosotros no podemos porque nos quemamos con leche. Muchas veces fue hacer trabajar más al trabajador o correr al sindicato, pero hay otra manera. La única forma en que recuperemos empleo y los salarios crezcan de manera sustentable es cuando crece la productividad, entonces empecemos a pensar cómo hacemos para que la productividad vuelva a crecer con un programa alternativo porque es posible. Hay un montón de experiencias, tenemos que perderle el miedo a algunas discusiones. Es lógico, por lo que nos pasó, pero si no las encaramos vamos a quedar un poquito más marginados de lo que estamos.

APU: Discusiones que el propio peronismo dio hace no tanto tiempo.

MM: Sí, y después hay un montón de desafíos. Está siempre sobre la mesa la discusión de los trabajadores de plataforma y los de la economía popular. La jornada laboral no es una discusión de los europeos únicamente. Tenemos una de las jornadas laborales legales más largas del mundo. Hay que discutirla. Lo mismo el trabajo remoto, el trabajo por cuenta propia. Tenemos que reconocer que hay algo de la subjetividad de los de los trabajadores, de los jóvenes sobre todo diría, que cambió en relación con lo que quieren del trabajo. Hay muchos que no quieren ocho horas y quedarse treinta años. Están buscando otro tipo de trayectorias y si nosotros no le damos una respuesta estamos en un problema porque quedamos disociados.

APU: Hay algo de la forma de concebir el trabajo que cambió.

MM: Sí, y me parece que la idea frente a eso es que como los trabajadores no quieren más un trabajo formal no quieren más derechos. El desafío del otro lado es cómo conciliar esas nuevas subjetividades, para ponerle un nombre, con una actualización de los derechos del trabajo. Es pensar esta nueva realidad. En definitiva, cómo hacer para pensar cuáles son los derechos laborales del siglo XXI porque existen.

APU: Por otro lado, ¿cree que algunas de las modificaciones impulsadas pueden seguir el mismo recorrido de judicialización que el capítulo del DNU?

MM: Hay una discusión sobre uno de los aspectos más profundos de la reforma es que, de alguna manera, legaliza el fraude laboral. Tenemos un problema de informalidad, más o menos el 35% de los trabajadores en relación de dependencia trabajan de manera informal. De todos esos, el 55% están en empresas chiquitas de 1 a 5 trabajadores, así que la informalidad está muy concentrada. En general son las empresas que tienen más dificultades para pagar los costos de la formalización y al Estado le cuesta mucho más llegar con la inspección, entonces hay algo que hay que hacer ahí.

La reforma busca de alguna manera permitir que esos trabajadores puedan ser contratados como independientes. Crea la figura del trabajador independiente y vos podés contratar hasta cinco haciéndolos. Hoy eso es fraude laboral, se llama relación de dependencia encubierta, que es cuando te están encuadrando mal. Esta reforma plantea legalizar esta situación y permitir que puedan ser contratados como monotributistas. Creo que es un problema grande porque corre el riesgo de no combatir la informalidad, al decir que por cambiar la forma de contratación la redujeron a la mitad. No soy abogado, pero algunos están planteando que podría entrar fácilmente en colisión con el artículo 14 bis.

APU: Por último, ¿cómo analiza el rol de los sindicatos frente al avance del gobierno nacional?

MM: A mitad del gobierno de Mauricio Macri hubo una movilización sindical que terminó en un pequeño desorden con los trabajadores pidiéndoles a sus dirigentes pone la fecha. Fue en un contexto distinto, pero las bases desbordando a la dirigencia. En paralelo, uno podría decir que para ese momento los sindicatos, a pesar de que estaban siendo desbordados, algún papel jugaron para que la reforma laboral de Macri, que también era muy abarcativa e integral, ni siquiera llegase a discutirse en el recinto. 

Estamos en un momento distinto, evidentemente los sindicatos no son de las organizaciones con mayor prestigio social, y esto es responsabilidad de los propios sindicatos pero no sólo, pero a pesar de ello siguen cumpliendo un rol. En comparación con la región tenemos una afiliación sindical muy alta y creo que necesariamente tiene que ver con una particularidad argentina. Desde principios del siglo XX se caracterizó porque tenía más clase media, menos desigualdad y más trabajo formal. No éramos Europa pero había algo que era distinto y los sindicatos eran parte de eso. Fueron parte de consolidar esa estructura y forman parte de sostenerla. 

APU: Eso también se replica en la actualidad.

MM: Venimos una inflación disparada y los salarios de los trabajadores formales negociados por los sindicatos le empataron a un 200%. No son de las instituciones más prestigiosas, pero tienen un valor social que es innegable. Creo que hay parte de eso que tal vez se esté reconociendo porque, ante cierta desorientación de la política por el triunfo de Milei, más allá de las valoraciones de cada quien, los que aparecen en primera línea son los sindicatos y la comunidad educativa. Los dos hechos y derrotas políticas más relevantes de este gobierno fueron, principalmente, la marcha universitaria pero también el paro y la movilización de los sindicatos de enero. 

Los sindicatos se están de alguna manera constituyendo como un punto de acumulación de todo eso que quedó por afuera. No sólo en términos electorales sino que también se está sintiendo afectado y vuelve a ver a los sindicatos como esas organizaciones que, de alguna manera, son transversales pero que pueden volver a hacer parte, encabezar o ser protagonistas en la defensa de no sólo de derechos sino de condiciones de vida que evidentemente están amenazadas por el gobierno y por la situación.

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